IGORs

jueves, 14 de enero de 2010

NUEVOS INQUILINOS "Gemelos: primer acto" (Décima entrada)


Fuera, Adela volvía rauda sobre la nieve, para recoger el cofre antes de que notaran la ausencia de los niños, cuando vio venir a David. Para la mujer era un resentido cascarrabias del que no se podían fiar, jamás superó la trágica muerte de su mujer.

-Vengo de tu casa y los niños no están, ¿no se los habrán llevado con esta nieve?- preguntó algo intranquilo.

-No te preocupes por los niños- sentención Adela. Él la miró a los ojos y se dio cuenta de todo.

-Se los has llevado, a pesar de que juramos no volver a sacrificar gente inocente- el hombrecillo la apartó a un lado mirándola con desprecio. -Tarde o temprano pagareis por todo lo que habéis hecho.

-Tú no fuiste el único que perdiste a alguien, sabes que fue necesario.

-Tú jamás amaste a tus padres, para ti fue como quitarte un peso de encima- respondió David alejándose.

-Fue el azar quien los eligió.

-Miéntete si quieres, pero nosotros pudimos negarnos. Por dios, eran sangre de nuestra sangre.

Apresuró el paso y entró a la carrera en la iglesia, a punto estuvo dos veces de resbalar bajando las escaleras, pero algo pareció frenarlo en los momentos peligrosos.

Una vez ante la puerta la abrió y la niña cayó entre gimoteos sobre su regazo, de un rápido vistazo localizó al niño y se sintió aliviado al ver que todavía respiraba. Se situó rápidamente entre Sancho y los seres y les plantó cara.

-¡No dejaré que toquéis a estos niños!, ¡tomadme a mí como sacrificio si queréis!- una gran melancolía se adueñó de él. -Debí morir junto a mi mujer cuando la sacrificaron, tuve miedo a la muerte, pero ya no lo tengo.
-“No tienes de qué preocuparte”- lo calmó la voz femenina, ya que aunque decidido a dar su vida por los niños, le temblaba todo el cuerpo.-”Si quieres salvarlos sólo tienes que llevártelos lejos de aquí, coge el bote del acantilado y vete”

-¿Así de simple, sin ningún pero o condición?- preguntó atónito el hombre.

-“Sólo una condición, no te cruces ni te despidas de nadie, si quieres salvarlos deberás partir ahora mismo”

David recogió al muchacho y salió raudo de la sala, antes de que cruzaran el arco de la puerta, Sancho volvió a sentirse observado, alzó la mirada y pudo ver los rojos ojos del ser vaporoso abiertos y una leve sonrisa en su rostro. Un leve susurro distinto de las dos voces anteriores sonó en su cabeza.

-“Gracias a ti descansaré por un tiempo, ve en paz y vive una larga vida.”

Tras estas palabras comenzó a notar un calor acogedor brotando en su interior, el dolor y la fiebre, al igual que la enfermedad terminaron de desaparecer en el momento que la barca se alejó de esas tierras.

-“¿Crees que la hemos dado esquinazo?”- preguntó la ronca voz.

-“Pronto lo sabremos”

No hay comentarios:

Publicar un comentario