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miércoles, 26 de agosto de 2009

NUEVOS INQUILINOS "La llamada"(Primera entrada)


-¡¡¡Ring!!!¡¡¡Ring!!!

-Mierda, ¿quién llama a estas horas?- preguntó mi mujer mientras casi me daba un ataque al corazón del susto.

-No sé- contesté rayando lo obvio -pero más vale que tenga una buena razón para llamarme a la… una de la madrugada de un jueves, joder, que mañana me levanto a las 6:00.

Encendí la lámpara y miré la pantalla del teléfono.

-¿Andrés? , ¿qué tripa se le habrá roto?

-Si es tu hermano vete al salón, que luego os tiráis tres horas hablando y me desveláis- sentenció mi mujer dándose la vuelta, mientras yo me calzaba e iba bostezando hasta el teléfono del salón.

-Más te vale…- dejé de hablar ya que no entendía lo que me decía desde que descolgué, o puede que ya hablara de antes. Aunque más que hablar, escupía las palabras a toda velocidad.

-Alberto, tienes que venir, sal de tu casa ya y… no sé, cógete un tren, pero que sea el primero que salga. Ven ya, no sé a quién llamar, la policía me tacharía de loco y sospechoso, estoy solo, me va a matar, me ha visto- tragó saliva y continuó - esos ojos, si es que eran ojos, no estaban en su sitio, me miraban desde dentro de las cuencas de sus ojos, desde dentro de su cabeza, sólo una mirada y quise estar muerto, a lo mejor debería hacerlo, cortarme las venas o algo más rápido. Luego desapareció, ¡¡mierda!!, ¡¡aaaaaah!!. Tu… tu… tu…

Cómo, no puede ser, como sea una broma le mato. A todo esto, ¿dónde está Tania?. Estaban juntos de vacaciones.

-¡¡¡Ring!!!¡¡¡ring!!!

-¿Dime?- conteste rápidamente.

-Soy yo- dijo la voz de mi hermano -sigo vivo, por ahora, pero me he caído por las escaleras y me he torcido el tobillo, iba a coger el coche, ir a la estación y esperarte allí, pero va a ser imposible.

-¡¡Din-dong!!

-Mierda, ya esta aquí, voy arriba, creo que la pistola de Tania aún sigue en nuestro cuarto.

NUEVOS INQUILINOS "La llamada"(Segunda entrada)


-¿Cómo?... espera, ¿pistola? ¿qué ha ocurrido?

-Llegamos el viernes y tuvimos una gran bronca- la voz se oía entrecortada debido a su coja ascensión de las escaleras pero se le entendía –ella decía que no pasaba una a la que no le mirara el culo, y tenía razón, pero eso no hace daño a nadie. Dame un segundo que bloquee la puerta de la habitación-. Tras los típicos ruidos de dejar el teléfono en algún sitio oí como movía varios muebles, luego sonó lo que supuse que eran las ventanas cerrándose.

-Ya estoy aquí- resopló un par de veces y continuó –por dónde iba, sí, yo al día siguiente, no, sí, sí al comprar el pan. La vi, ahora no me resulta tan atractiva, pero era una chica de revista, o nunca lo fue, pero estos días estaba despampanante, un cuerpo de diez, una piel suave como la seda. Si es que de verdad era piel…

-A ver, paso a paso, que me estas acojonando, ¿dónde está Tania?, dile que se ponga.

-No puede- dijo como dándose cuenta por primera vez, permaneció callado unos segundos y un gimoteo se unió a la conversación- está muerta, ese ser escamoso se la tragó entera, ya no está, y no volverá…

-¿Cómo?, ¿pero estás seguro?, a ver cuéntame qué ha ocurrido.

-Tania se había cansado de que flirteara conmigo todos estos días y fue a su casa.

-A casa ¿de quién?

-A la casa de la mujer diez, al chalet de enfrente, lo he visto todo a través de la ventana del salón- se quedó callado como no queriendo recordar lo pasado, por miedo a lo que vio, pero yo necesitaba saber qué pasó.

-Sé que es difícil, pero tienes que contarme qué ha ocurrido.

NUEVOS INQUILINOS "La llamada"(Tercera entrada)


-Estaban discutiendo, ya sabes que ella es muy dada a alterarse, al poco, cuando ya había decidido ir a buscarla, la mujer le indicó la puerta y se dio media vuelta. Fue entonces cuando el tema se desmadró, Tania la cogió del pelo y del tirón, se quedó con él en la mano, destapando una piel verde cieno. El ser de pesadilla se giró y la ensartó de lado a lado con tres garras que le surgieron del brazo, dios, fue horrible, la sangre salpicó todo a su alrededor. Pero lo peor vino después, el vestido comenzó a hincharse y rasgarse al igual que su piel, desbordándose fuera de su envoltorio una masa inmensa que se irguió hasta el techo, su piel viscosa comenzó a plegarse en la parte superior de ese engendro. Dios, sé que algo así no puede existir, era tan real, luego comenzaron a aflorar esos colmillos como coronando una especie de cabeza, eran incontables, si no había cien, era porque había más. Todos juntos hasta que se abrieron formando una boca de por lo menos un metro de diámetro y se lanzó sobre la ya exánime Tania-. Lloró unos segundos y luego siguió entre sollozaos -no pude seguir mirando, grité horrorizado y vomité hasta la primera papilla, fue entonces cuando levanté la mirada y la vi mirándome fijamente, apartó la mirada y desapareció del marco de la ventana.

Un crujido violento casi me manda al otro barrio del susto.

-Ya está aquí, los muebles no sirven, la puerta está cediendo…- la voz se parecía cada vez más a la de un loco.- No vengas, ya es tarde para mí.

-Click. Tu… tu…

Mierda, de qué va este tío, le vuelvo a llamar y el no contesta. Voy a la habitación en silencio y me visto sin despertar a Corín, no quiero que les pase nada a ella y a los niños.

Cojo el papel de la nevera con la dirección del chalet, dejo en su lugar una escueta nota ”si no vuelvo mañana, no me busques, os quiero. Alberto”

Llamo un taxi, de camino a la estación voy viendo seres extraños en las sombras de los callejones y en las ventanas oscuras de los edificios. Me monto en el primer tren y la cosa no mejora, fuera es de noche y toda esa oscuridad parece estar dándome la bienvenida. Trato de dormir pero las pesadillas se suceden, hasta que por fin llego a mi parada.

NUEVOS INQUILINOS "La llamada"(Cuarta entrada)


Vuelo hasta el primer taxi de la parada, aparto a una pareja joven y salto dentro, le grito la dirección al taxista, debido a los nervios, mientras cierro la puerta rápidamente y me pongo el cinturón.

En menos de un cuarto de hora sin conversación y con la mirada fija en las rodillas, para no mirar por la ventanilla, llegamos. Pago al taxista y observo el vecindario, oscuro y en silencio, salvo la ventana del segundo piso del chalet donde se supone que está mi hermano, ¿seguirá vivo?, espero que sí.

Cojo carrerilla y cargo con el hombro contra la puerta, una estupidez, sólo consigo acabar en el suelo con el hombro posiblemente dislocado.

Oigo unos pasos tras la puerta y me pongo en tensión, la luz del porche se ilumina y retrocedo poniéndome de pie, listo para salir corriendo y llamar a la policía.

-¿Alberto?- se abre la puerta y detrás aparece Tania mirándome sorprendida -¿qué haces aquí?, ¿ha pasado algo?

Resoplo y trato de calmar el acelerón que llevo en el cuerpo, esto no es real, se supone que está muerta.

-Tú… yo…

-Perdona, qué desconsiderada- dijo ella extendiendo el brazo para saludarme - pasa, tu hermano está arriba, en el dormitorio.

-Ah… sí, claro, buenas… noches- le doy dos besos más al aire que a ella, no quiero acercarme mucho. Subo tratando de no parecer tan asustado de tenerla detrás, ni tan ansioso por ver si mi hermano sigue vivo. Abro la puerta del dormitorio y localizo un bulto que se mueve en la cama, casi se me sale el corazón por la boca.

NUEVOS INQUILINOS "La llamada"(Quinta entrada)


-¿Hermanito?- la voz es inconfundiblemente la de Andrés, cuando se incorpora en la cama y le veo la cara lo constato. Algo dentro de mí comienza a calmarse y a dudar de todo lo anterior.

-Yo… - mi corazón comienza a calmarse mientras la llamada comienza a parecerme más una pesadilla que algo real.

Andrés se levanta, se acerca sin ninguna cojera y me pega una palmada en la espalda, sí de las que queman.

-Qué susto nos has dado, ¿se puede saber qué haces aquí a las seis de la mañana?

-La verdad es que no estoy muy seguro-. Puede que sea el cansancio o que realmente la llamada fuera un sueño, pero los recuerdos de esta noche se nublan en mi mente.

-Quédate a desayunar, baja al salón, Tania y yo nos vestimos y estamos contigo enseguida-. Salí pasando junto a mi cuñada.

-Ponte cómodo, no tardamos- me sonríe como siempre hace y comienzo a sentirme feliz. Parece que al final, sólo voy a perder un día de trabajo.

Llego al salón y me siento en una butaca grande, no puedo creerlo, estoy en un chalet en un pueblo playero cuando debería estar en casa levantándome para ir al trabajo, en qué estaría pensando.

-Oh, mierda, Corín. Será mejor que la llame y se lo explique, si es que yo mismo lo entiendo. ¡Mierda!, un momento ideal para quedarme sin batería.

Le cojo el móvil a mi hermano de la mesa del salón, una llamada perdida, será Corín. La miro, Alberto de la una y veinte de la mañana del viernes.