IGORs

jueves, 14 de enero de 2010

NUEVOS INQUILINOS "Gemelos: primer acto" (Decimotercera entrada)


Ambos entraron en la casa arrastrando al pesado cuerpo, lo tumbaron sobre la mesa del comedor frente a la chimenea y mientras el torturador preparaba el fuego y desenvolvía sus utensilios, Teodosio le ataba fuertemente las manos y los pies a las patas de la mesa.

Una vez preparado el fuego fueron puestos a calentar varios clavos y diversas herramientas puntiagudas y afiladas. Hasta ese momento la desaparición de Elvira y el resto de compañeros le había llevado a olvidarse de su gran tesoro.

-¡Los niños!

-¿Qué pasa con los niños?- preguntó Marcus.

Ambos salieron disparados hacia la habitación donde debían permanecer atados, pero, como ya esperaban, el dormitorio estaba completamente vacío. Todos habían desaparecido. El líder giró sobre sus talones y volvió raudo a la improvisada mesa de torturas, cogió una silla por el respaldo y la rompió violentamente contra las costillas del adormilado campesino, Diego despertó profiriendo un enorme alarido de dolor.

-¡Me has hecho mucho daño!- gritó a su agresor con una mirada que mostraba una gran incredulidad.

-Y más que te va a doler- dijo cogiéndole por el gaznate y apretando con fuerza - si quieres ahorrarte un dolor indecible, dinos dónde están los niños y tu muerte será rápida.

-Sal fuera y si tu amado cofre no está, solo tendrás que seguir su rastro hasta el resto de tus compinches- contestó Diego tras escupir sangre por la boca.

Ambos asaltantes se precipitaron a abrir la puerta exterior al recordar el olvidado cofre. Al abrir no sólo el gélido frío les heló la sangre, el cofre ya no estaba.

-Si fuera mío, lo seguiría lo antes posible, la ventisca no tardará en sepultar el rastro.

Teodosio se giró y a punto estuvo de saltar sobre el humilde campesino para estrangularlo con sus propias manos, todo lo que le importaba se lo habían robado de las manos y no se había dado cuenta de nada.

-Quiero que te ensañes como nunca la has hecho, yo seguiré ese cofre y lo traeré de vuelta antes de que termines, si me ha mentido, quiero que lo haya confesado todo para cuando vuelva.

-Dalo por hecho- contestó volviendo a la mesa, sacó un estilete bastante afilado y se giró hacia su jefe -¿seguro que no quieres presenciarlo?

-Nada me haría más feliz, pero Elvira está desangrándose en algún lugar cercano, no puedo perder el tiempo.

Teodosio salió cerrando violentamente la puerta, lo que retumbó en la pared y provocó el desprendimiento de un trozo del improvisado tejadillo de la chimenea, golpeando contra las ascuas del fuego y sacando fuera de la chimenea un trozo de carbón que fue a parar justo detrás del torturador.

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