IGORs

miércoles, 18 de noviembre de 2009

NUEVOS INQUILINOS "Lo de dentro" (Cuarta entrada)


En el primer mes y medio me prepararon documentación falsa para que me infiltrara en la fábrica situada en el norte de África, como trabajadora de mantenimiento, era la tapadera más útil debido a las grandes instalaciones de ventilación que recorrían el complejo. Durante esas siete semanas no estuve mano sobre mano, aprendí de memoria mi nueva vida, me entrenaron para solventar los problemas más típicos dentro del mundo del mantenimiento, no es que saliera siendo una entendida en la materia, pero con los conocimientos que adquirí y un manual inacabable que me instalaron en la pda debería bastarme para no levantar sospechas.

Hace poco menos de un mes comenzó la parte más difícil, la hora de trabajar en terreno enemigo, estaba sola, así que me hice amiga de todo el mundo, no esperaba encontrar alguien en quien confiar, sólo supuse que así levantaría menos sospechas.

Desde el primer día pude comprobar que la vida dentro de las instalaciones estaba dividida en dos, por un lado estábamos los eventuales, personal no interno que podía entrar y salir del complejo, pero que tenía acceso sólo a un tercio del centro. Por otro lado, estaban los internos, este tipo de personal tenía acceso al resto de instalaciones, vivían en barracones distintos y no parecían tener permitido el contacto más allá del saludo con los eventuales.

No puedo negar que al principio fue duro, para poder moverme con soltura por las instalaciones primero tenía que familiarizarme con ellas aprovechando mis labores de mantenimiento, las cuales me dejaban bastante poco tiempo. Poco a poco fui cogiendo soltura y dispuse de tiempo para recorrer a fondo todos los pasillos y salas a las que tenía acceso. Esto me llevó poco tiempo, ya que la parte del complejo a la que tenía acceso eran almacenes, muelles de recepción de materiales, cocinas y diversas salas en las que poco podría averiguar acerca de los robots o del propio Ricard. De las instalaciones principales, los eventuales sólo teníamos acceso a las salas de montaje del exoesqueleto, la parte externa del robot. Lógicamente, los entresijos del interior del “Thanos III” estaban restringidos a la plantilla interna de la compañía. Dos semanas después, estaba preparada para dar el siguiente paso, introducirme en los sistemas de ventilación y comprobar hasta dónde podía llegar.

Lázaro se había encargado de que trabajara en el turno de noche para que mis posibles ausencias pasaran más desapercibidas, con lo que al término de mis labores cotidianas me dirigí a las cocinas, era el sitio que tenía menos cámaras de vigilancia, coloqué mi escalera portátil y me colé en los conductos. Tras varios días revisándolos, pude comprobar, como era de esperar, que disponían de compuertas que sellaban el acceso al resto del complejo. Necesitaría algo de ayuda externa.

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