IGORs

jueves, 24 de diciembre de 2015

¡Felices Fiestas!

Nada más salir de la desvencijada tartana, la nieve moja tus agrietadas botas y el frío viento invernal muerde de forma inmisericorde tu contrahecho cuerpo. Interiormente das gracias, por primera vez en tu vida, de tener tú joroba, pues al menos esa atípica masa de grasa mantiene tu espalda algo más templada.

Te despides quedamente del conductor –algo putrefacto y callado-, antes de que arranque y de la vuelta al edificio.

Por fin te atreves a coger aire y encaras la mansión. Cualquiera que hubiera leído suficiente literatura gótica la podría visualizar: inmensa, ominosa, con enormes ventanales, paredes de madera oscura pintada de un negro denso como la brea… y, no podría ser de otro modo, una enorme puerta de doble hoja con una aldaba ornamentada con una cara fúnebre.

Todo muy sobrio y tétrico, salvo por la guirnalda de acebo que hay sobre la puerta. Aquello provoca un chispazo en tu imprecisa memoria y recuerdas fugazmente que, en el trayecto desde la estación de Transilvania hasta la mansión, también divisaste una pirámide egipcia con luces de navidad subiendo por sus aristas.

Encojes tus asimétricos hombros, has venido a trabajar, no a juzgar las particularidades locales, con la crisis no te planteas hacer más preguntas de las necesarias.

Subes las escalinatas –porque obviamente las mansiones de este tipo siempre han de tener escalinatas para acceder a las puertas, cosa muy poco práctica a la hora de acarrear bultos- y das un par de aldabonazos.

Pasado el intervalo de dos respiraciones –tres si uno está muy acelerado-, se abren las sólidas tablas de madera con el chirrido necesario para todo caserón tétrico.

Un hombre vestido con unos vaqueros remendados cien veces, un jersey marrón de cuello alto, barba irregular y un diastema por el que cabe un euro de canto, te recibe y observa de los pies a la cima de la chepa.

-Supongo que eso no es una mochila –comenta.

Sonríes y niegas con la cabeza mientras sacas un papel de tu bolsillo, la oferta de empleo.

-Ah, de acuerdo, vienes por el trabajo de Igor, no esperábamos que llegaran aspirantes tan pronto. Soy Oscar, uno de los hermanos fundadores de Buscadores de Hybernia, la empresa contratante. Un placer –dice extendiendo una mano que te apresuras a estrechar.

Te indica con un ademán que pases a un amplio y oscuro vestíbulo con dos escalinatas que ascienden al piso superior y numerosas puertas a los lados.

-Realmente el asunto del empleo lo ha organizado mi hermano Sergio con ayuda de nuestro otro hermano, Nacho, y obviamente el doctor Víctor von Frankenstein –se te acerca y añade en voz baja-, no le digas que he pronunciado así su apellido, lo odia.

Le sigues hasta una enorme puerta entre ambas escaleras, la abre y del interior te abraza un ambiente cálido, luminoso, festivo y con aroma a chocolate caliente, no puedes evitar que una sonrisa asome en tu mellada boca. Te sorprende ver un árbol de navidad en movimiento, pero pronto te percatas de que es la archi famosa cosa del pantano adornada con bolas de colores y espumillón. Por todos lados seres míticos, no muertos, forajidos y lectores hablan, ríen y beben a la luz y calor de una inmensa chimenea. Las luces navideñas, así como las guirnaldas de acebo y cintas de colores de disponen por doquier a lo largo de paredes, vigas y lámparas. En una larga mesa de madera se ofrecen diversos manjares salados y dulces procedentes de distintas culturas –e incluso de distintos mundo, te planteas al ver unas criaturas animadas de chocolate y tres patas con cuerpo de bombón-.

-Como puedes intuir, nos pillas en plena celebración navideña.

Divisas entre el alegre gentío al hombre lobo ataviado con camisón y gorro de dormir, no puedes evitar acordarte de aquellos rumores que leíste en la gaceta transilvana en los que insinuaban que había desarrollado una singular afición a disfrazarse de abuela tras el incidente con la diabólica caperucita.

-Te mandaría a hablar con mis hermanos, pero los dos están muy ocupados –señala hacia una reluciente calva en la que se reflejan las navideñas luces que se encuentra rodeada de zombis agitados-, Sergio se las ha apañado para convertirse en el jefe del sindicato de desguaces el zombi sin siquiera estar muerto y le están dando la plasta ahora mismo. Nacho, por su parte, está en su despacho, en lo más alto de la más alta torre, dibujando horas y horas sin descanso, los rumores dicen que le tenemos atado a la mesa poco menos que esclavizado –tose desviando la mirada-, son solo rumores jocosos, claramente…

Ves aparecer a un Drácula más pálido de lo normal, huyendo de la bruja Yaga que enarbola sin piedad un muérdago atado a su escoba mientras frunce los labios intentando resultar seductora. No se le da muy bien.

-Hemos trasladado la empresa temporalmente a la mansión, a fin de cuentas el encontrar un nuevo Igor es nuestro trabajo estrella del momento. Tranquilo, el anterior Igor sigue vivito y coleando, solamente se ha jubilado. En cuanto a los requisitos, cuando eres un rico y tétrico científico loco puedes permitirte ciertas excéntricas exigencias en lo referente al excelso servicio –estas convencido de que el “excelso lo ha añadido sólo por introducir más equis-, en este caso el rasero es ser un jorobado y renombrarte como Igor. Una vez superadas estas formalidades comenzaría la prueba de admisión, que consiste básicamente en ser el primero en construir un monstruo funcional para el doctor a base de piezas.

Le preguntas con un escalofrío como se supone que has de hacerte con las piezas.

-Haciéndoles favores a los vecinos, y si necesitas una ayuda adicional, los zombis dan servicios variados, por ejemplo hacen de chofer en su vieja tartana.

Le preguntas sobre que otros servicios ofrecen en su peculiar empresa.

-Tenemos otros proyectos entre manos, Nuevos Inquilinos está parado, pero no finado, y yo mismo tengo tres relatos en proceso de publicación. En cuanto a Nacho es mejor que si te pica la curiosidad ojees sus blogs, está en tantos proyectos a la vez que, honestamente, pierdo la cuenta.

>Así que para no enrollarme más: nuestra querida empresa Buscadores de Hybernia ha estado de hiato, pero no permanentemente, está más viva que ese –dice señalando al zombi de Phileas Fogg-, la búsqueda de un nuevo Igor, relatos, ilustraciones, todo sigue y seguirá fluyendo.

>Sólo me queda desearte una feliz Navidad, Saturnalia, Yule o lo que celebres e invitarte a la fiesta, mañana ya pensaremos en trabajos y negocios, pero esta noche toca disfrutar al calor de la chimenea, y si es en compañía de los que aprecias y una buena historia, tanto mejor.

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