IGORs

viernes, 6 de febrero de 2009

El Lobo, entrada 1


Breve prologo: Buenas, este relatillo, bastante cutre pero que personalmente me gusta, lo empece a escribir como relato secundario para cuando me atascaba en otras historias mas elaboradas, gira en torno a un mundo creado por el escritor Manel Loueiro, para mas informacion este es el foro de la comunidad que se ha formado en torno a su obra: http://apocalipsiszombie.com/ el relato es un relato paralelo de un superviviente mas, sin mas preambulos dejo aqui la primera entrada:


ENTRADA 1

La noche empezaba a caer, miro a su alrededor, campo a ambos lados, el verde oscuro del césped y el movimiento de los árboles unido al cielo nublado daba al ambiente un cariz melancólico, bastante acertado teniendo en cuenta todo lo que había pasado. Una gota le golpeo en la nariz, alzo su vista al cielo mientras empezaba a chispear, abrió los brazos dando la bienvenida a esa lluvia, siempre había sido una persona de frío, de monte, la lluvia le revigorizaba, pero durante un segundo se abstrajo, se quedo mirando el cielo, pero con la vista perdida muy lejos… hace meses, cuando esto empezó, y en ese momento oyó algo, bajo la vista, su perro, ladrando, aun abstraído dedico unos minutos a fijarse en que de no haber sido por su perro habría muerto varias veces, ese precioso husky de buen tamaño y porte, con un ojo de cada color... .

-¿Que sucede Bardo?- lo pregunto con un susurro mientras inclinaba ligeramente la postura y sacaba del cinto el enorme machete campero que llevaba con el- llévame- ante esta palabra el husky empezó a correr campo a través seguido de su dueño, el cual ya tenia en una mano el machete y en la otra su desert eagle.

Pocos minutos después, tras una breve carrera por mitad del campo llegaron a lo que parecía un viejo mesón, plantado ahí, en mitad de la nada, había una pequeña carretera y a un lado de ella estaba el mesón, tenía dos pisos de alto, una enorme puerta de madera ligeramente entornada… y un charco de sangre en la entrada. Por un momento pensó en irse, pero estaba oscureciendo y no le hacía gracia pasar la noche a la intemperie, aun le quedaba una ora de luz aproximadamente, si se daba prisa podría inspeccionar el lugar y descansar bajo techo, y quizás con algo de suerte encontrar víveres, y con mucha suerte algún superviviente… aunque lo dudaba enormemente. Mientras pensaba esto de repente vio atónito como su perro salía escopetado hacia dentro del mesón.

-¡Bardo no, vuelve!- tenia el corazón en un puño, su perro su única compañía en todo este tiempo acababa de cometer una imprudencia que podía costarle la vida… y que cojones, a los dos, ya que no pensaba dejarle atrás, con ese pensamiento en mente corrió hacia dentro del mesón en pos de su perro. Al abrir la puerta de par en par un olor a podredumbre y putrefacción asalto sus fosas nasales, aun ligeramente aturdido miro a su alrededor, acababa de entrar a lo que parecía la recepción del lugar, una sala amplia, con varios sillones cómodos, de ambientación rustica, pero lo que mas le llamo la atención fue aquello, cinco cadáveres medio descompuestos tirados por el suelo, con varios agujeros de bala en el cuerpo, permitiéndose un momento de reflexión cayo en la cuenta de que el que hubiese hecho aquello no tenia mucho conocimiento de armas, ya que había malgastado una importante cantidad de munición.

-¡Bardo!- lo dijo con tono firme pero ligeramente apagado- no me seas imbecil, vuelve- espero unos segundos, pero no volvió.

Camino despacio hacia el mostrador, con paso firme pero ligero, típico de los militares en terreno enemigo, bordeo lentamente el robusto mueble, y al llegar a la apertura con un paso rápido encaro la zona trasera del mostrador apuntando con su arma, arqueo ligeramente el gesto, pese a la experiencia nunca le resultaría agradable encontrarse esas sorpresas, lo que allí había era un hombre de mediana edad, con un enorme mordisco en el hombro, y un balazo en la sien, por la posición del cadáver estaba claro que había sido suicidio. No le dedico mas que unos instantes, ya que la angustia crecía en su interior, le empezaba a temblar el pulso, no sabia que haría si no encontraba a Bardo, aguzo el oído pero no consiguió oír nada, en la recepción había una puerta cerrada, y unas escaleras que subían, evidentemente no habría ido por la puerta, así pues empezó a subir las escaleras, con sigilo y atento a cualquier movimiento.

Al llegar al piso de arriba se detuvo, miro a ambos lados, varias puertas, pero por suerte solo dos de ellas abiertas, al final del pasillo de la izquierda, lentamente avanzo hacia allí, llego a la primera puerta entornada, con una mano sujeto la pistola, y con la otra empujo levemente la puerta, se abrió lentamente, con un ligero crujido. Pero oyó algo mas, no había sido uno sino dos crujidos, se giro en redondo, pero era tarde, un enorme cuerpo putrefacto de aproximadamente dos metros y constitución robusta se le cayó encima, no se esperaba el embate, no pudo evitar caer de espaldas al suelo, la costalada le provoco un ramalazo de dolor por todo el costado, el ser le agarro de los hombros y se inclino sobre el para morderle, mientras Lobo empleaba los antebrazos para mantener esas fauces alejadas de el, siempre había sido un hombre fuerte, iba al gimnasio habitualmente y estaba entrando para el combate, pero esa mole putrefacta pesaba demasiado además de tener una tremenda fuerza, echo un rápido vistazo alrededor, la pistola se le había caído de la mano, y no podía alcanzar el machete, la cosa pintaba mal, empezó a tensar sus músculos, lo máximo posible, poco a poco fue alejando aquellas voraces fauces de su cara, centímetro a centímetro le alejo, le empezaban a arder los antebrazos del esfuerzo, y en ese momento dejo por un instante de hacer fuerza con la mano derecha, el ser ladeo la cabeza, y nuevamente hizo toda la fuerza que pudo, se oyó un sonoro chasquido, y el enorme ser cayó hacia atrás, Lobo aprovecho para sacar su machete y de un golpe le abrió la cabeza a la mitad como si de un melón se tratase, se irguió lentamente, dolorido por el forcejeo y vio a su perro saliendo de la habitación que el acababa de abrir, no parecía herido, movía el rabo, expectante, como pidiendo a su dueño que le siguiese, lentamente empezó a seguirle tras recoger la pistola.

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Ire poniendo una entrada semanal.

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